Esta es parte de la historia de mis raíces... y con todo el afecto del alma. Alguna vez hice un viaje a la tierra de mis mayores, adonde mis raíces. No fue turismo. No fue curiosidad. Fue otra cosa. Algo personal, íntimo, que toca lo más profundo de uno. En la llegada a España, en acercarme a Lugo, en las cercanías de Fonsagrada, en el camino a Arquide, lloré. Sí, no me podía contener. Era algo que me decía "dejate de embromar y anda..." pero no era posible. Llegaba a la tierra de mi padre con todas las comodidades, hotel de muchas estrellas, auto, avión, ropa para no sentir frío... A esa tierra en la que él se fue con hambre, frío, pero con una esperanza. Quizá teníamos en común la lágrimas: las de él de bronca, de pena, de morriña, de revancha. Yo de emoción por volver al lugar que él nunca pudo volver. Y que si bien de palabra maldecía la tierra que le negó todo, de alma la amaba. Profundamente. Me lo transmitió en forma viva, sin una palabra. ¡Como aman su terruño los gal
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