La Navidad.

Que tal Tío Eustasio, ¿cómo pasaste las fiestas?
Digo las Navidades, el Año Nuevo, los petardos y el pan dulce. Hace poco las transcurrimos y es bueno hacer algún balance, luego de bajada la resaca de toda la sidra que empinamos. Si fuera solo la sidra… Te acuerdas allá en tu tierra, la tomabas del lagar?

Ahora, ¿viste lo absurdo de la Navidad paganizada?
Esperando a “Papá Noel”. Como esperando la carroza. Bueno, ¿tiene algo no? Se asemeja su trineo a una carroza.
Y ¿cuando no hay chicos? Como dicen los castellanos: “puñeta”.
¿Alguno se acuerda del Niño Dios? Y esto va para los católicos también. O los que vociferan que lo son.
Casi ni el cura se acuerda sino porque tiene en la agenda: “día 24, 21 horas Misa de Navidad”. Si la primera, segunda o tercera… ni sabe. Está en la agenda una misa. Marche una misa al dente!!!

Navidad igual a Papá Noel.
Y no me meto con los que denigran la comida que se estila en dicho momento. Todos se esmeran en criticar lo que se come y nadie se digna recordar lo que se celebra. Muy bueno realmente.
Además ¿no se conmemora algo especial? Claro, la llegada de Papá Noel… ¡perdón! Me confundí yo también. El nacimiento del Niño Dios. Y dime Tío Eustasio ¿para fechas especiales, no hay comidas especiales? O ¿sólo el 24 y el 31 de diciembre se come como un burro?

Esperar las 24 para, luego de un rato de aburrimiento, destapar una botella, embocar el corcho en algún ojo y darse besos… ¿besos de amor y paz? O sólo besos apurados para atajar a Papá Noel o irnos ya ya ya todos por cada lado a hacer los que nos da en ganas, porque la reunión familiar no tiene sentido de nada?

Escuchaba Tío Eustasio “Que hermosa sería la Navidad, si hiciéramos por amor lo que hacemos por urbanidad” ¿Qué me contás?
Y en el Amor está el Niño Dios. El centro olvidado de la Navidad.

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